Siempre recuerdo ese beso que te di en ese autobús, no eras justo el que hubiera preferido de todos los que nos acompañaban. Si bien me caías bastante bien, a lo largo de ese día me hiciste reír con todo lo que decías. Realmente sentí que yo era tu agrado (qué tonta no?)
Después, aproximadamente cuatro de la mañana, te sentaste a mi lado, me contaste varias historias de las cuales las recuerdo como si las hubieses contado hace dos horas. No me percataba de lo que estabas pretendiendo, sólo sabía que me gustaba hablar con vos. Recuerdo patente que tus enormes ojos resaltaban en medio de tanta oscuridad.
Al rato, me abrazaste, y no dudé ni un segundo. Acercaste tu boca y te besé. Nunca me habían hecho sentir así.
Después de un momento, me preguntaste: "¿Dónde estamos?". Te conteste: "En Río Negro"; mientras vos tenías tus hermosos ojos y tu enorme cabeza apoyados en mi pecho. Y ahí me di cuenta lo difícil que iba a ser seguir como si nada..
