Qué raro se siente escribir algo dedicado a vos cuando hace un par de días me juraba a mí misma que lo que sentía "no era para tanto". No pensaba que tal pavada me hiciera sentir tan mal, que no me dejara estudiar tranquila y hasta tener ganas de quedarme a dormir hasta que mis ojos se acalambren.
Algunos días cuando hablo o hablaba con vos pensaba: "¿Qué es lo que te veo? Si sos tan nene, tan inmaduro, yo quiero un hombre". Y ahí fue cuando reaccioné y me di cuenta que a pesar de lo tarado y chiquito que puedas llegar a ser, lo único que necesitás es sentirte querido, apreciado, aceptado por los demás. Y yo te quiero. Vos sos mas hombre que muchos.
Esto de que no me hables, me supera. Necesito una dosis tuya todos los días, necesito que me contés que hacés, que no hacés y todas esas anéctodas sin sentido, siempre comenzando con un "no sabes.."
Al leer nuestras conversaciones, al recordar los momentos que pasamos juntos pude comprender lo que me atraía tanto de vos: la forma en que me tratás. No es por victimizarme ni mucho menos pero cada vez que me gustaba un chico, que según yo eran "hombres", no me trataban de la forma que creo merecer. En cambio, vos me tratás de una manera tan dulce, me haces sentir querida y que por dentro no estas pensando "ojalá no falte mucho tiempo para que esta tarada se calle". Me escuchas cuando hablo, me abrazas tan lindo, y yo no me puedo resistir. Tomás mi mano y lo único que puedo hacer es volar.
Esa sonrisa, esa tonada, esa manera en que siempre estamos de acuerdo en lo que pensamos... Dios! ¿En qué momento pasó que me llegaste a gustar tanto? Todavía no comprendo.

