No quiero pensar en estas cosas, no sé tampoco por qué estoy escribiendo. No tengo ganas de sentirme más tonta de lo que ya me siento.
'Nunca conoció la gloria en cuestiones del amor'. Y no, realmente jamás. Yo no pido tanto, no quiero un príncipe azul, siempre fui de conformarme con pequeñas cosas: lo insignificante me llena el alma, los pequeños instantes de felicidad son los pequeños detalles: una sonrisa, un abrazo... No pretendo ni quiero que aparezca alguien en un caballo con un ramo de flores, tampoco que me dediquen canciones o que estén las veinticuatro horas del día hablando conmigo.
Sólo pido que me quieran, a su manera, cada persona tiene una. Estoy harta de siempre ser yo la de la mala suerte, la que termina totalmente enganchada y sin poder controlarlo. Siempre soñé son sentirme amada y valorada, ¿es tanto pedir?
Quiero probar, quiero saber que se siente estar del otro lado. Estoy harta de sentirme ignorada por personas que en mí causan algún tipo de emoción. Es tan triste ver como la vida de los demás se acomoda siempre para bien ¿Por qué la mía siempre decae?
No recuerdo cuando fue la ultima vez que me sentí feliz por conseguir lo que esperaba, debe haber sido hace ya muchos años.
¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? Bancármela, con la frente en alto, como siempre lo hago y, al parecer, tendré que seguir haciendo.
No se cuánto más pueda aguantar este tipo de momentos. No hay nada peor para una persona que sentirse ignorada, la indiferencia mata. Pero nunca pensé sentirme tan mal.
Qué vida tan cruel, he dicho.