¿Puede ser posible que en los momentos más inesperados me den ganas de escribirte? Te necesito tanto. No sabes de mal que está mi vida últimamente: me volví “cruel”, por decirlo de alguna manera, más egoísta, más odiosa, y más triste. ¡Qué bien me haría uno de tus consejos!
¿Sabes que es lo peor? Odio la gente que quiere llamar la atención y quieren que todo el mundo sepa cuando están bien, cuando están mal. Y después les preguntas qué les pasa, y te responden “nada”. ¿Por qué no directamente dicen: “quiero que me presten atención”? 
Tristemente, eso me pasa ahora. Necesito que alguien me preste atención. Por lo menos, me desacostumbré a que vos estés pendiente de cómo estoy. Pero cada tanto (como ahora) me agarran esas ganas de qué me digas: “Aylén, qué te pasa? Dale, sabes que podes confiar en mí”.
Ahora no tengo a nadie que me lo diga, y me duele ser tan egoísta, pero el tiempo me hizo así. Eras el único que pensaba en mí. Y ahora que no lo haces, nadie piensa. Y mi egoísmo me lleva a ponerme como prioridad. Si yo no pienso en mi bienestar, nadie piensa. Ninguna de mis “amigas” pensó en cómo me sentía yo cada vez que te besaban y te acariciaban.
No estoy diciendo que voy a hacer como ellas, pero si yo no veo por mí, nadie más lo hace. Las cosas buenas no caen del cielo (lamentablemente)
Bueno, sólo quería decirte que, aunque me acostumbre a que no estés en mi vida, a veces, te sigo extrañando. Y sí, dije a veces. No quiero que todo sea como antes. Quiero que nuestra relación sea distinta a cómo es ahora.
