Me sentía estúpida y miserable. Pero eso no era lo peor; lo peor era que, pese a sus desplantes y maldades, yo creía amarlo. ¿Cómo se puede amar a alguien así?, pensé por primera vez. Eso fue el principio de mi curación... Con los días, entendí que tal vez no había sido amor sino un capricho, o puro empecinamiento. Entendí también, aunque eso me llevó meses, que no podemos obligar a nadie a que nos quiera. Lo que sí podemos es brindar el amor que tenemos a alguien capaz de valorarlo y negarnos al maltrato. Sí, me había vuelto loca de amor. Pero empezaba a curarme. Porque lo que yo merecía era ser amada con locura.